Quisiera compartir con ustedes una de las mayores experiencias de mi vida y que ha supuesto un antes y un después a todos los niveles.
Todo comenzó cuando me invitaron a una conferencia a la que no pude decir NO por el entusiasmo y cariño con el que me hicieron la invitación. Llegamos a la charla y nos encontramos ya con un ambiente distinto e impactante a lo acostumbrado en este tipo de ambientes. Lo primero que vi fue una gran sonrisa dibujada, que como mínimo te llama la atención; Me senté para escuchar, pero no había terminado de sentarme cuando el conferenciante nos puso música y nos invitó a bailar por parejas y así lo hicimos. Como ven, fue una charla atípica, sonrisas, baile e impacto en las palabras de Juan Carlos Castro Cuadrado.
Tanto impacto causó en mí sus palabras que aunque con reticencias asistí a un seminario que impartía un par de días más tarde. Cuando llegamos, a las 9 de la mañana, el profesor nos aseguró que al terminar (hacia la 1 de la madrugada, y no exagero) que seríamos capaces de romper una tabla de madera con la mano (al más puro estil karateka), que caminaríamos sobre cristales rotos y que partiríamos una flecha con el esternón, y todo con el más puro e intenso entrenamiento mental.
Claro cuando te cuentan esto, te invitan a bailar muy animadamente, a repetir afirmaciones y a trabajar, pues como que no te lo crees. Sin embargo, y esto no es una broma, desde el comienzo del seminario, yo me rompí con una sola frase del profesor (he de reconocer que me dio algo de vergüenza y que aunque lo manifesté disimulé muy bien mis lágrimas); en ese momento mi chip cambió y me dejé llevar, abrí mi mente a lo que se me venía, empecé a empaparme de todos los conocimientos, emociones y sensaciones que allí viví. Y sí, al final del día conseguí hacer todo aquello que a las nueve de la mañana nos habían asegurado que haría: rompí la tabla con la mano, caminé por cristales rotos y rompí la flecha con el esternón.
Sí, conseguí hacer todo eso, sin embargo, no es lo más impactante, lo más impactante es el significado que tuvo en mi vida. Soy humana antes que profesional y he de reconocer que no estaba en el mejor momento de mi vida a nivel emocional, y digo bien, estaba. La PNL, el couching, han supuesto para mí una nueva forma de levantarme por la mañana, de filtrar los acontecimientos que me suceden a lo largo del día, a crecer como persona, como profesional, como…………………….
No quisiera terminar sin agradecer no solo a Juan Carlos, sino a todas las personas que compartieron conmigo la experiencia, por ayudarme a crecer y sin conocerlos de nada me dieron su infinito cariño; este agradecimiento también se extiende a todas aquellas personas que han estado a mi vera y que han confiado en que saldría de mi mal momento. Como dice Juan Carlos, no solo me lo debo a mí misma, sino a todas aquellas personas que me quieren.
Solo puedo decir que es una experiencia única en la vida y que vale la pena pasar por ella, así que animo a todas las personas que nos lean a que se dejen llevar y ………………………………………..
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Gracias por compartir esta experiencia maravillosa, enhorabuena por tus logros Inma…. Abrazos miles, Arminda Marrero.
Realmente no somos muchas veces conscientes de lo que somos capaces de hacer, por mucho que nos lo aseguren , hay que experimentarlo en nuestras propias carnes . Ánimo con esta nueva etapa Inma