Me lo pide el cuerpo
Por el 25 septiembre 2012 en Psicología | Reflexiones | Salud | Sin categoría | SociedadAyer caminaba por la calle y mi cerebro recibió un mensaje directo : NECESITO AZÚCAR. Así de claro . De tal modo que entré en una pastelería y me compré un empalagoso dulce.
Les ocurre esto? A veces el cuerpo nos pide que le demos cosas. Concretamente el mensaje lo recibe el cerebro, porque los demás órganos digamos que no tienen esa capacidad de comunicarse directamente con nuestra consciencia. Pero lo que está claro es que contamos con una capacidad extraordinariamente sabia y adaptativa para saber cuál es el estado de nuestro organismo y qué necesita exactamente sin necesidad de pasar por un análisis de sangre.
Pensamos que nos apetecen , se nos antojan , nos encaprichamos con ciertos alimentos o sustancias , pero a veces se trata precisamente de los nutrientes que se han quedado ya “en reserva”.
Sabemos de casos de personas , especialmente mujeres embarazadas y niños , que sienten fuertes impulsos por comer cosas como tierra, tiza y hielo ( enfermedad de pica ). Aunque está considerado un trastorno de la conducta( alimentaria), se ha comprobado que estas personas tienen importantes carencias de hierro y especialmente de zinc en su cuerpo. De hecho suele tratarse de personas muy desnutridas.
Fíjense: ¿a quién puede parecerle apetitosa la tierra o la tiza?Sin embargo no pueden resistirse. Y los niños no saben de déficit nutricionales.
Indudablemente el cuerpo se comunica con nosotros y tiene sistemas para pedirnos lo que necesita. Y hay otras muchas percepciones y experiencias psicológicas que aparecen sólo para mantener el equilibrio químico del organismo : el dolor, los cambios de temperatura, el adormecimiento de partes del cuerpo,… El cuerpo nos habla. Escuchémosle
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El cuerpo ¿pide azúcar?. O decimos nosotros que el cuerpo ha pedido azúcar para así justificar lo que haremos a continuación. El cuerpo, sencillamente, no puede pedir azúcar. Sólo que, podemos dar por hecho que la respuesta a dar ante tales o cuales sensaciones es consumir azúcar. En cualquier caso, si ante estas o aquellas sensaciones la primera enmienda que nos viene a la mente es ingerir pasteles, eso no se procede que escuchemos al cuerpo, sino de que apenas nos hemos detenido segundos, minutos, horas y días atrás a escucharlo verdaderamente. Llegados a la circunstancia terminar («esa» sensación = comer pasteles) no estamos escuchando al cuerpo, sino reproduciendo un ciclo de sensación «conocida» (en realidad desconocida pues no sabemos la mejor respuesta ante ella) reproducción de una de las respuestas ya memorizadas en otras circunstancia. ¿Cuando dijiste por primera vez, el cuerpo me pide azúcar?. ¿Cómo integras los contenidos de esta entrada con los contenidos de una entrada anterior donde relacionabas el consumo de coca-cola con la cercanía de la botella?. Evidentemente, parece que deseas trabajarte la voluntad. Pues bien: es preciso no delegar en el cuerpo aquellos asuntos que son menester gestionarlos mentalmente.
No obstante: y aunque fuese verdad que el cuerpo pidiera azúcar y aceleradores metabólicos de coca, cola y cafeina (no lo es): ¿quién es el gestor? ¿quién es el que propuso la libertad, quién afirmó que deseaba tratarse tan bien como pudiese?… El cuerpo no fue. Fuiste tú.
Por cierto, termino comiendo dulces, pasto burdo de las masas, y otras vaciedades cuando, por no escucharme lo suficiente me quedo tan sordo como para no entender lo que el cuerpo verdaderamente necesita. La última vez, hace unos meses, comí cuatro pasteles bien rollizos, justificándome en que el cuerpo me lo pedía. Una extraña mezcla de tristeza, ansiedad, euforia y autodeterminación por vivir… me condujo hasta la Colomar. Yo ya tenía bien estudiada mi curva psicoanímica antes, durante, después y mucho después de la ingestión de porciones de azúcar narcotizante. Antes: ¿Qué importa?. Durante: ¿Qué bueno?. Después: Hecho está pero, ¿Para qué? ¿No habrá otra forma?. Mucho después: por la resaca de hiperglucemia que conduce al a hipoglucemia y otras hipofunciones, bajona. Muchas personas se acostumbran a vivir así y terminan considerando que esos ciclos son normales y aceptables.
Desde mi punto de vista:
1. Sí se hace. Hacerlo con conciencia. Con ganas. Porque se decide sin ampararlo en que «lo pide el cuerpo».
2. Experimentarlo plenamente y a fondo. Sin culpas. Sin medias tintas ni remilgos. Comer dulces es comer dulces. Pues a comer dulces si es lo que se ha decido.
3. Observarse. La experimentación con auto-observación genera claves de autoconocimiento y poco a poco, después de unas cuantas reincidencias en esos pequeños atentados contra el propio cuerpo, donde nos metemos en vena densidad graso-calórica sin prana ni vigor ninguno, vamos sacando conclusiones (en caso de que nos quede la suficiente lucidez) a cerca de lo que es el verdadero bienestar. Y nos va constando menos tomar la elección más liberadora y aligerante.
4. Finalmente, no te tiras a los dulces no porque los temas o porque te hayas vuelto un ser disciplinado, sino porque descubres lo que te hacen perder, en relación con todo lo que ganas en su ausencia. Ligereza, sensorialidad incrementada, lucidez mental y sin duda pensamientos, sentimientos y anhelos claramente más elevados.
En cualquier caso, comer dulces es parte de un largo proceso de autoconocimiento. Así que las pastelerías son parte indispensable de la escuela de la vida. Por algo existen. Así como la medicina concretó donde estaba el hígado diseccionando cadáveres, miles de millones de personas aprenden a conocer qué es y cómo funciona su cuerpo propinándole mejores y peores tratos, hasta qué, tal vez, accedan al discernimiento.
Hola David
Gracias por comentar mi entrada. Y por hacerlo de forma tan extensa y explicativa, se nota que que has reflexionado sobre este tema.
Gracias también por tus recomendaciones
Realmente he utilizado el comer dulces como punto de partida ( no sé si de la forma más adecuada ) para ejemplificar cómo a veces recibimos información a nivel consciente en forma de impulsos de las necesidades de nutrientes específicos de nuestro cuerpo . Por eso he citado a continuación el síndrome de Pica por el cual las personas pueden llegar a comer cosas como tiza, tierra o hielo , que en circunstancias normales no resultan apetitosas a nadie.
También hay un caso de un estudio de supervivencia que no comenté porque no tenía datos muy exactos . Comprobaron que personas que habían tenido que sobrevivir alimentándose de lo que pescaban comenzaron la parte que generalmente comemos del pescado ( lo blanco y blando) y acabaron apeteciéndoles los ojos, las espinas, escamas y otras partes que generlamente resultan asquerosas y que contenían los nutrientes ( proteínas , calcio,etc) que también necesitaban.
Hay ocasiones en que nos viene muy bien la expresión para justificar una ingesta ( a veces excesiva ) de dulces . Hay otras en que realmente tenemos un déficit de glucosa, por ejemplo tras un ejercicio físico muy intenso o una dieta muy restrictiva en azúcares.
Me parece muy interesante el análisis que haces de los procesos anímicos en relación a la ingesta de azúcar, realmente el consumo continuado de azúcar blanco en la sangre mantiene al organismo en un desequilibrio y genera un proceso en el cuerpo similar al de la adicción, lo cual explica esos ciclos de ansiedad- euforia- bajón .
Creo que elorganismo está afectado por múltiples procesos y diversos procesos pueden desencadenar diversas respuestas. Por eso hay respuestas de ingesta por ejemplo elicitadas por estímulos internos , como en este caso y otras veces por estimulación externa que nos recuerda la accesibilidad de un elemento , como comentaba en la entrada de «Me apetece porque lo tengo a mano». Sí es verdad que en ambos casos es igual de importante la toma de conciencia del origen de nuestros impulsos para regular nuestro comportamiento: yo puedo elegir comer un plátano o queso en vez de hincharme a dulces si noto falta de azúcar ( todo esto también depende de nuestro conocimiento sobre nutición) o deshacerme de labotella de coca-cola, cambiarla a un sitio menos visible,…
En fin, así de complejos somos.
Un saludo
Claro que el cuerpo pide azúcar, yo conozco muchas personas que aunque comen bien, después de comer les queda la sensación de comer algo dulce, yo incluido
Hay quien dice que tenemos un estómago para los platos principales y otro para el postre, jeje
muchos estamos acostumbrados a que la comida tenga que finalizar con un sabor dulce, es pura cuestión de hábito. Por saciados que estemos no sentimos la comida «completa» si no tenemos esa posibilidad . Si estoy muy llena yo a veces opto por compartir un postre con alguien.
Gracias por este consejo, la verdad es que me duele bastante la cabeza y con esto se me ha pasado
Gracias por tu comentario y me alegro mucho de que esta información te haya ayudado.
Si te apetece, cuéntanos con qué tipo de carencia o característica están relacionados tus dolores de cabeza.
Un saludo