Estas Navidades he hecho un viaje en barco. Y en la típica revista que incluyen en los respaldos de los asientos para entretenerte ( como en los aviones) leí un artículo que aconsejaba sabiamente sobre  como afrontar con dignidad  y sin consecuencias negativas una cena con los/as compañeros/as  de trabajo y jefes/as , de ésas que tenemos en Navidad.

A parte de que el artículo era sorprendentemente sexista ( leí algo así como «cuidado porque cuando empiece a beber todas las mujeres de la empresa le van a parecer muy atractivas y a lo mejor les hace proposiciones deshonestas a todas») me parece sorprendente cómo hay gente que piensa que hasta para saber cómo comportarnos en una situación social común como una reunión social ( aunque incluya personas del contexto laboral), necesitamos que nos den pautas desde fuera. No sé… a mí  desde pequeña me empezaron a educarme para comportarme delante de otras personas …

¿Realmente nos da tanto miedo perder el control de nuestro comportamiento ? ¿Se puede convertir una situación de en entretenimiento en un escenario temido o en una amenaza para nuestro futuro laboral o personal?

Por no hablar de las cenas familiares. Me pregunto si en todas las casas se reúnen el típico cuñado chistoso + familiares-que-solo-ves-en-Navidad + abuelos/as varios/as +  niños revoltosos . ¿No estaremos abusando un poco de los tópicos? Las ocasiones de reunión familiar o con compañeros de trabajo se dirigen simplemente a compartir un tiempo con esas personas al margen de los problemas cotidianos, un tiempo sólo para disfrutar con ellos, reír y relajarnos. ¿Por qué se nos hace tan raro esto?

Mi consejo para estas fiestas : sencillamente descansar y disfrutar sin miedo de ellas .

 

FELICES FIESTAS A TOD@S!

Antes que nada, pedir disculpas por el retraso. Sé que es posible que miles de pares de ojos se hayan decepcionado al no encontrar ayer  la nueva entrada como cada martes… 🙁

Me llegó una carta de una ONG con la que colaboro para agradecerme mis aportaciones y para sugerirme una  aportación extra durante la  Navidad. 

Probablemente han captado que los corazones de la gente están más accesibles durante estas fechas, que culturalmente es la época de ser buenos/as y pensar en los demás.

Valoro cualquier acto de solidaridad en cualquier momento y lugar, e incluso motivo. Pero me preocupa que limitemos el pensar en los demás a una ocasión al año.

Lamentablemente , las desgracias , enfermedades e  injusticias que hay por ahí repartidas no acaban cuando recogemos los adornos navideños ni cuando quitamos el árbol. Eso lo sabemos . Y sienta igual de reconfortante ayudar durante esta época que durante otro momento del año.

Entonces por qué muchos años ¿sólo nos acordamos de esto en Navidad( si nos acordamos)? Pienso que  intervienen aquí entre otros , claro, dos procesos psicológicos que me parecen particularmente interesantes:

Por un lado, la pura asociación entre contextos y actitudes o comportamientos reforzada con la repetición a lo largo del tiempo : verano = vacaciones, septiembre = vuelta al cole, navidad=ayudar a los demás.

Por otro, la responsabilidad diluida entre la masa : «¿por qué tengo que ayudar yo? Si yo no ayudo, habrá otras personas que ayuden…»Alguien en apuros puede quedarse sin ayuda en medio de un montón de gente. En serio que ocurre. A parte del » y si me miran raro? y si mi ayuda es contraproducente?»

 

En fin, creo que  somos capaces de ver el mundo de forma mucho más amplia, así como  las  relaciones y consecuencias que se generan dentro de él. Podemos tomar decisiones personales conscientes y comprometernos con las causas con las que nos identifiquemos , independientemente de lo que vemos o leamos o lo que haga la colectividad.

Llega Diciembre y con él, el reencuentro con el frenesí de las compras, de las comidas navideñas,  con aquellas personas que hace tiempo que no vemos, pero sobre todo llega el crucial momento del  reencuentro con nosotros mismos, de hacer balance.

Diciembre es el mejor momento para dejar las compras, los compromisos, el frenesí, la locura y buscar un momento para estar  con nosotros mismos y  hacer balance del año, de aquello que nos ha sucedido, de aquello que hemos hecho o dejado de hacer, de lo aprendido, de los disfrutado, …..

Realmente, y por propia experiencia personal, hacer balance no es fácil, y más en las épocas en las que estamos viviendo. En nuestra conciencia está impregnado el hecho de  que hacer balance es pensar en lo malo que nos ha acontecido a lo largo de estos 11 largos meses  y amargarnos por ello pues el resultado final  siempre está  en función de aquello que valoramos como Malo.

Propongo un cambio de estrategia: Disfrutar y agradecer aquello que nos ha hecho reír, sentirnos bien,……………; de aquello que no nos ha salido tan bien, preguntarnos ¿qué he aprendido de ello?,  agradecer y poner en práctica este aprendizaje. Por último, proponernos objetivos que vayamos a cumplir, así como el camino a conseguirlos.

Quiero terminar con algo que leí hace años y que suelo tener presente cuando diciembre llega: “El año en el que ríes y/o lloras, es buen año, pues significa que estas vivo”, por tanto, si hago mi particular evaluación, HE TENIDO UN BUEN AÑO, pues he llorado, he reido, por tanto, HE VIVIDO ¿cúal es el resultado del tuyo?

Ha llegado el momento. Quien más quien menos, ya está pensando en los regalos de este año. Además de en los malabarismos económicos para no decepcionar demasiado( sobretodo si hay pequeños de por medio), en cómo soprender sin arriesgarnos demasiado.

Empieza la búsqueda. Y para ello existen diferentes estrategias. Está la de la «inspiración» en la que nos sumergimos en un centro comercial » a ver si veo algo para (tal persona)» y nos abrimos a cualquier opción.

Y luego hay personas que yan han decidido a priori  el qué y luego van a por el dónde y a qué coste. O bien definen al menos un perfil mínimo  o el ámbito en el que van a buscar ( algo de deporte, algo para la casa,…)

También hay quien  seis meses antes ya han tomado nota de algún » tengo que comprarme ...» o « cómo me gustaría tener…» y lo guardan como si de un as en la manga se tratase .

No quiero olvidarme de los regalos de moda que salen cada año , entre artilugios de cocina, para hacer café o cacharros electrónicos que salen al mercado premediatadamente poco antes de Navidad.

Por otro lado,  está la importancia que le damos a «acertar». Hay personas entre las que me incluyo para las que significa un auténtico reto cada año, multiplicado por el número de personas a las que toca regalar. Y esto sin repetirse, lo que exige también un esfuerzo de memoria. Buscamos en ocasiones un equilibrio perfecto entre el regalo «práctico»+»bonito»+»original» . Y siempre asequible, claro . Muchas veces separamos ese ideal en  tres pequeños regalos, cada uno de los cuales tiene  una de esas características.

Pero lo más difícil es saber qué es lo que más ilusión le haría a alguien como regalo. Estoy segura de que muchas personas me sorprenderían. A veces no tiene que ver con nuestros intereses, aficiones o personalidad, sino con experiencias que han quedado muy lejanas en el tiempo, o con algo que nosotros mismos no nos atrevemos o no nos permititmos salir a buscar .

Cuando hacemos un regalo o alguien no sólo le estamos demostrando que hemos estado dispuestos a dedicar un dinero y un tiempo a ellos, sino también hasta qué punto les conocemos y en qué medida hemos estado atentos y hemos sabido captar  sus intereses, deseos y necesidades reales.