Me compré un armario con varios cajones de madera para que sustituyera a la vieja cajonera. De hecho he decidirlo deshacerme de ella. Hasta entonces,las dos conviven en mi habitación y me he dado cuenta de cuánto me está costando abrir los nuevos cajones en lugar de los viejos cuando voy a coger unos calcetines. Cuando me doy cuenta ya estoy abriendo los cajones del mueble viejo, que ahora están vacíos. Entonces me doy cuenta de que aún no he perdido esa costumbre…
¿Cuánto de lo que hacemos diariamente no es una costumbre, un hábito o una rutina sobreaprendida? Piensen en lo que hacemos cada día: la higiene personal, cocinar, abrir una puerta, conducir, vestirnos,… durante esos momentos, ¿alguien se para a pensar en lo que estamos haciendo? Realmente pocas cosas hacemos que no requieran de una decisión o reflexión previa de la que seamos conscientes: funcionamos por hábitos , somos animales de costumbres.
Los hábitos son útiles porque nos ahorran mucha energía para tareas que siempre van a hacerse igual. Pero no siempre es así, a veces las cosas cambian , cambian los contextos, las circunstancias y necesitamos cambiar nuestra respuesta habitual, aprender a abrir el nuevo cajón en lugar del viejo cada vez que necesitemos un calcetín. El problema es que nuestra mente a veces tarda más que nosotros mismos en adaptarse al cambio y sigue dando la misma respuesta automática.
Hay formas de pensar o de relacionarse que también son puros hábitos, tics, incluso . Quien se propone dejar de tratar a sus hijos/as como si fueran niños/as cuando ya no lo son, quien se propone ver las cosas de un modo más positivo o aquél/la que intenta dejar de dar órdenes a todos los que están a su alrededor , está haciendo un gran esfuerzo, para dirigir su propio comportamiento, como quien reencamina a un animalito.
Yo sigo intentando acostumbrarme con paciencia a usar mi nuevo mueble. Ustedes pensarán que me ayudaría tirar de una vez la vieja cajonera. Es verdad, aunque también me veo buscándola hasta que recuerde que ya no está… Sí es cierto que cada vez tardo menos en darme la vuelta y he dejado de enfadarme conmigo cada vez que me ocurre esto porque en el fondo sé que se esto es lo que ahora toca.