Es estupendo saber cosas, aprender. Nos hace sentir más útiles , interesantes, inquietos. Cuando en una conversación aparece un tema del que sabemos, lo podemos agradecer como un regalo divino, la oportunidad para ser los reyes o reinas por un día y ganarnos respeto y admiración de otras personas.
Siempre que sea eso lo que nos agrada.
Sin embargo hay una especie de tabú o una resistencia para reconocer nuestras lagunas de conocimiento. Óiganme: por mucho que lo parezca, no existe nadie que lo sepa absolutamente todo, unas personas saben más de unas cosas y otras sobre otros temas. Digamos que el conocimento está repartido.
El pasado fin de semana en casa de unos amigos necesité preguntar. » ¿…pero qué es el cosplay? » para poder seguir la conversación porque no tenía ni idea . Había personas que yo no conocía demasiado, no sé qué pensaron de mí, pero lo cierto es que fue muy interesante conseguir esa información. Por cierto el cosplay consiste en disfrazarse de personajes de cómic,películas,series de televisión,… de la forma más currada posible, para quien quiera seguir aumentando su conocimiento.
Entre nosotros a veces preferimos quedarnos con cara de póker o sonreír tímidamente (aaah, sí…) cuando no sabemos de qué nos hablan antes que reconocer con naturalidad el desconocimiento de algo. Parece que es un lujo que nuestra autoimagen no se puede permitir. Sin embargo también hace que nos perdamos muchas cosas, como la oportunidad de compartir con los demás, participar de verdad y sobre todo aprender algo que haga que sepamos aún más cosas.
No se espera que tengamos más que aquellos conocimientos necesarios para desempeñar nuestro trabajo y para movernos en el mundo. Saber todo lo demás es enriquecedor , pero voluntario. Del mismo modo que está el derecho universal al conocimiento, también está el derecho a la ignorancia de determinadas cosas y considero que esto no tiene por qué darnos miedo.