El otro día hablaba con una amiga que se queja continuamente de que su familia le pide favores continuamente ( para compañarles a sitios, cuidar de sobrinos, hacerles recados,…) . Esto me hizo pensar en cuántas veces nos sentimos presionados u obligados a acceder a los deseos de los demás, favores que nos piden, dar la razón sin estar convencidos, permitir situaciones o comportamientos que no nos gustan,… Y accedemos a sus peticiones sin tener obligación alguna, por lo que nos convertimos en cómplices de un posible abuso, también somos responsables por no decir que «no».
¿Por qué nos cuesta tanto a veces? Si nos damos cuenta la mayoría de las veces hay muchos miedos detrás :
1) Tenemos miedo a un posible conflicto : Si sabemos que negarnos va a generar una situación problemática para nosotros, generalmente tendemos a ceder. Pero rechazar una conducta no significa rechazar a una persona , con lo que el conflicto, que es proceso natural, se limita a un solo aspecto y puede resolverse aisladamente negociando .
2) -No nos queremos arriesgar a que nos rechacen. Sobretodo en la adolescencia es muy importante este miedo y puede tener mucho poder, con lo que a muchos jóvenes les puede conducir a conductas de riesgo ( consumo de drogas, embarazos no deseados,…)
3) No queremos hacer que otra persona se sienta mal . Lo que es mejor conocido como culpa. Nos imaginamos lo que el otro va a sentir si nos negamos. Nosotros no sabemos cómo lo va a tomar en realidad la otra persona, pero nos dejamos guiar por aquello que imaginamos que va a sentir, y si eso que imaginamos no resulta agradable, preferimos no hacerlo pasar por eso.
4) Sentimos que no tenemos derecho a negarnos a nada : Esto generalmente es un problema de autoestima, en donde damos por hecho que las necesidades del otro son más importantes que las nuestras, y en cuanto nos piden algo, inmediatamente las hacemos de lado lo nuestro para atenderlos.
Hay muchas personas que no saben decir NO. Como consecuencia, acumulan muchos sentimientos de rabia, culpa y baja autoestima.
Para aprender a decir «no» podemos seguir estas pautas:
1. Pregúntate si lo que te están pidiendo es algo que tu realmente quieres hacer. Piénsalo detenidamente, no te dejes llevar por el impulso de decir “si”. Observa si TU realmente deseas hacerlo o no, independientemente de los deseos o las expectativas del otro.
2. Tómate tu tiempo antes de responder. No des una respuesta en ese momento, di algo como: “déjame pensarlo y te digo al rato”, o “tengo que verificar si no tengo otros compromisos, pero te confirmo mañana”. Esto te va a ayudar mucho a observar con calma si lo que te están pidiendo es algo que tu quieres hacer o no.
3. Pregúntate si tienes el tiempo para hacerlo. Muchas veces no es que no queramos complacer al otro, simplemente no tenemos el tiempo. Evalúa tus prioridades y si decides que puedes dedicar algo de tu tiempo al otro sin afectar tus proyectos, adelante. De lo contrario, es mejor decir “no”.
4. Puedes buscar un punto medio. Tal vez no quieras hacer exactamente lo que te piden pero si estás dispuesto a buscar un acuerdo en el que ambas partes ceden un poco, vamos a negociar. Di “no”, pero propón otra alternativa. Puedes decir algo como: “mira, hoy no puedo ayudarte con eso pero si no te es muy urgente, mañana sí tendría una hora para ayudarte”.
5. Si vas a decir “no”, sé honesto y amable. Lo mejor es decirle al otro que no podemos porque tenemos otros asuntos pendientes, sin tener que entrar en detalles, y decírselo de la manera más amable y con seguridad, que al decir “no”, no te sientas mal de decirlo. Se trata de que puedas decir “no” con la seguridad de que es tu decisión y de que tienes todo el derecho de negarte. Aquí es importante hablar en primera persona y tener en cuenta los sentimientos de la otra persona para minimizar el daño en lo posible.
UN PEQUEÑO TRUCO: Existen diversas técnicas para decir NO, pero una de las más eficaces cuando el otro se pone muy insistente es la Técnica del disco rayado: Consiste en repetir un pequeño argumento y el NO, una y otra vez, manteniendo la calma en todo momento.
No entraremos en discusiones, ni haremos caso a las provocaciones que nos puedan hacer. Tampoco daremos más razones ni justificaciones.
Insistiremos en repetir nuestro argumento y el NO, una y otra vez, hasta que la otra persona quede convencida o, por lo menos, se dé cuenta de que no va a conseguir nada con su insistencia.