Positivos/as … y realistas

Por ada el 20 agosto 2014 en Ejercicios | Psicología | Relajación | Salud | Sin categoría | Sociedad

Hace poco me hablaban del caso de una chica que estaba muy preocupada porque pensaba que la iban a despedir de su trabajo. Había interpretado  varios gestos y sucesos de jefes y compañeros/as como señales de lo que iba a ocurrir.

El primer impulso para los que escuchábamos era pensar en lo exagerado de la idea y en formas de ayudarle a esta chica a comprender que muy probablemente no era eso lo que iba a ocurrir, que se estuviese tranquila.

Sin embargo alguien preguntó: «¿y si es verdad que la quieren despedir? ¿cómo podemos estar seguros de que no es real su miedo…?»adddd

Realmente, no podemos convencernos a nosotros/as  mismos/as de nada opuesto a lo que creemos. Por mucho que yo me repita que todo está bien, que no va a  pasar nada, que no existen amenazas a mi alrededor, en el fondo no puedo saberlo con seguridad y puede estar justificada mi alarma. Pero sí conozco mis propios recursos y sé que por mala que se la situación podré afrontarla, hacerlo bien, y que el que esté nerviosa/o  no impedirá que alcance mis objetivos, soy capaz de controlarme . Y en el peor de los casos, si pierdo mi trabajo seré capaz de encontrar otro (incluso mejor).

Nos dicen mucho que nos hablemos y pensemos siempre en positivo, yo prefiero los mensajes positivos y que además realmente me creo.

En todo caso podemos preguntarle  a la  persona preocupada de antes si cree que esos gestos, acontecimientos, o miradas o pueden deberse a otro motivo que no sea el de querer despedirla, si su jefa ha podido tener un mal día o está enfadada por asuntos que nada tienen que ver con ella. La ansiedad se reduce cuando podemos admitir que quizá hayan otras explicaciones, que mi certeza igual no es tan correcta como yo creo y entonces mi forma de interpretar lo que pasa a mi alrededor se vuelve más flexible, más abierta . Pero sólo en forma de posibilidades lógicas.

La realidad es que podemos controlar nuestra ansiedad tanto como podemos controlar lo que ocurre a nuestro alrededor: con limitaciones.

La diferencia entre ser feliz o no conviviendo con la ansiedad es cuantitativa.  A partir de un nivel de intensidad puede impedirnos llevar una vida satisfactoria, pero si aprendemos a manejarla podemos vivir (no sólo sobrevivir) a pesar de ella.

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