Se supone que los errores están para aprender de ellos : reconocemos el error, analizamos qué ha fallado, pedimos disculpas si es necesario y trazamos un «plan» para evitar que vuelva a ocurrir.

Pero vuelve a ocurrir. A veces el hábito o la compulsión de repetición es más fuerte que el deseo de cambiar. Los psicoanalistas defienden que guardamos una tendencia a la autodestrucción ( o el tanatos), opuesta a la pulsión  o el impulso de luchar por la vida ( Eros). De hecho el estado del ser humano en el que no hay ningún miedo, conflicto, preocupación,… es la no existencia, la muerte. La culminación final del tanatos. Y por eso repeteríamos  todo aquello que sabemos que nos hace daño y que sabemos que nos conviene por nuestro bien evitar.errores

Por otro lado, hacer siempre lo mismo nos previene de lo nuevo, que es desconocido y puede amenazar mi confort, desde el » más vale lo malo conocido». En este caso de una forma más o menos consciente,  sabemos que pagamos el precio de no enfrentarnos a la incertidumbre.

Por ejemplo, hay personas que tienden a elegir parejas que controlan continuamente su comportamiento y con las que no pueden ser felices. Sin embargo, apostar por un tipo de relación diferente abre un nuevo escenario , en el que tienen que ser ellos/as mismos/as, descubrir su propia identidad y el miedo a no saber situarse puede ser muy profundo.

Cabe también que nuestros errores no sean realmente errores para nosotros. Quizá es lo que realmente queremos pero no nos atrevemos a decir. A lo mejor tomé otro tren porque ése era el que realmente quería.  Y consiguiendo el mismo resultado no necesito dar explicaciones.

Con el tiempo (y sus errores ) creo que lo más importante es no culpabilizarse. Pensar si acaso para qué repetimos los mismos errores, y no por qué, … Observar en qué lugar nos mantienen y qué necesidades están satisfaciendo.

 

Con el tiempo vamos entendiendo de forma más completa el significado de algunas palabras. El lenguaje es una trampa, y si imaginamos lo que es una «aventura», por ejemplo, nos vendrá a la mente sólo aquellas imágenes y sensaciones que hemos asimilado relacionadas con ese concepto ( héroes de cómic, Indiana Jones, escenarios exóticos, personas jóvenes, …). Eso sin embargo no significa que una aventura sea algo más, más allá de lo que conocemos.

Por ejemplo, con el tiempo he ido matizando lo que para mí significa la cualidad de valiente.valiente

Abandonar un empleo en el que no eres feliz, y  sin alternativas inmediatas de acceder a  otro puesto o resolver tu situación económica. Decir  lo que sientes , sin miedo a lo que piensen otras personas y a cómo pueda cambiar esas relaciones. Defender una opinión que nadie comparte o impopular , … Son gestos, actitudes valientes, de personas que  se la juegan» hoy en día.

Sin embargo, ser valiente un determinado momento no implica necesariamente que actuemos de forma responsable. Cuando corremos un riesgo somos conscientes de que aparecerán consecuencias que no sólo nos afecten a nosotros, sino que pueden salpicar a otras personas a las que no hemos preguntado. Más allá de la pasión,  no todos/as estamos en las mismas condiciones de adentrarnos en nuevos proyectos o afrontar la vida siempre con valentía , porque sabemos lo que tenemos detrás.

También , al tiempo que maduramos somos más capaces de valorar los riesgos, y también menos osados/as. Todo esto se relaciona con el desarrollo de la corteza prefrontal, que permite desarrollar más recursos para autorregularnos  y tomar decisiones reflexivas.

Parece paradójico, pero realmente con la edad nos hacemos cada vez más aprensivos, somos más vulnerables al miedo , particularmente al miedo al cambio.

Particularmente pienso que todos/as tenemos derecho a sentir ese impulso  valiente  en ciertas ocasiones, porque posiblemente alimentará nuestra autoestima y el sentido de lo que somos capaces, al mismo tiempo que podemos dosificar y elegir las mejores situaciones para hacerlo, calibrando costes y beneficios.