Esta semana he pintado una habitación de mi casa. Sólo para sanear las paredes, que tenían algunas manchas. Pero quería conservar el tono que tenía de  salmón , siempre me han gustado. Intenté conseguir mediante mezclas un resultado lo más similar posible. Sin embargo, al bajar tonos se volvía blanquecino y al subirlos, evolucionaba hacia un gris que no me gustaba.

Entonces decidí pintar de un color diferente.pintruas

Elegir un color nuevo no me generaba expectativas, porque nunca lo había visto en la pared, no tenía una referencia con la que comparar.  Y cuando no esperas nada, nada te puede decepcionar.

Me doy cuenta en estas situaciones del poder que tienen sobre nosotros las expectativas, sobre todo cuando son muy rígidas. Por la propia lógica, cuanto más definido tenemos un resultado ideal, menos  probabilidades habrán de conseguir la mezcla exacta. El resultado es que nos frustramos, porque aunque el resultado sea para muchas personas aceptable, no es el que buscamos  o el que tiene que ser …

Quizá no podemos trazar desde el principio el plan que necesitamos para ser felices, sino que la felicidad consiste en esa construcción del propio camino y , paso a paso, simplemente descubrir hacia dónde nos lleva . En  elegir y probar a combinar los colores que vayamos encontrando. Si confiamos en que , estando atentos/as, encontraremos algún color que nos inspire.

Y si un día eso cambia, también podemos volver a pintar.

En otras palabras : imagínense que tengo muy claro que mi objetivo, mi plan aquí es ganar una marathón. Hay otras cosas que también me hacen disfrutar, como jugar al fútbol. Pero no me habré realizado/a ( este concepto estuvo muy de moda) hasta que no gane una maratón…¿ Y hasta entonces? ¿ Y si no lo consigo nunca incluso por factores que no tienen que ver conmigo, como una lesión o la suspensión de todas las marathones del mundo?¿ Y si cuando lo consiga ya soy demasiado mayor para disfrutar de todo lo demás y saborear mi éxito?

Porque además, ¿qué va a pasar cuando ya nos hayamos convertido en todo lo que deseábamos … ? Habrá que pensar hacia dónde nos vamos a caminar si ya no hay un objetivo que perseguir.

En definitiva, me voy dando cuenta de que no podemos ser esclavos de nuestros propios sueños. Está bien tener una meta hacia la que dirigirnos , siempre que nosotros/as también seamos flexibles y ésta no esté demasiado anclada.

 

Hay mensajes muy profundos que se llegan con una mano sobre el hombro, capaces de transmitir más apoyo que un «estoy aquí para lo que necesites» . Tan potentes como la humillación que puede producir un leve empujón con el hombro ( en plan quita de mi camino).handshake-1471563_960_720

Y sabemos que nuestra conexión es intensa cuando me agarras la mano con fuerza.

La comunicación adquiere un dimensión distinta cuando incluimos la piel, el contacto físico. En general , tenemos miedo a tocar a los demás porque pensamos que ese comportamiento puede malinterpretarse como un intento de acercamiento más íntimo de lo que procede o una invitación sexual ( si no es eso lo que esperamos en ese momento…:P)

Con el tiempo, estamos tan acostumbrados a evitar el contacto físico , que ni siquiera somos capaces de darnos cuenta de cuándo ( ni cuánto) necesitamos un abrazo…

La regularidad del contacto físico entre las personas varía entre culturas y edades.

Lo que no cambia es que los/as niños/as que se crían recibiendo suficientes caricias, abrazos y achuchones , en definitiva afecto a lo largo de todo el desarrollo, se convierten en adultos con mayor seguridad en sí mismos y mejor salud mental. Y lo que es más importante: tendrán menos reparo en acercarse física y psicológicamente a otras personas, incluyendo a sus propios/as  hijos/as.

Personalmente , pienso que si escuchamos a nuestra intuición, y al contexto, sabremos diferenciar cuándo tenemos permiso de otras personas para acercarnos, tocar, y llegar a ellos/as. Déjense sorprender y sólo observen qué ocurre.