A veces cuando no estamos seguros de si hemos tomado una buena decisión nos sentimos : ansiosos, inseguros, preocupados,… Es difícil saber si hemos tomado la decisión correcta, por lo que el malestar no viene de que sea realmente una buena decisión , sino de hasta qué punto estoy convencido/a yo de esa decisión , de cuánto he valorado las consecuencias que puede y de si es realmente lo que yo quiero hacer. Sin embargo cuando tomo una decisión autónoma (sin necesidad de contar con
nadie) y responsable (sabiendo las consecuencias que podemos esperar) siento que lo tengo todo más atado, más bajo control.
Nos pasamos la vida tomando decisiones, a diario, unas más y otras menos importantes, pero todos son actos que dependen de nosotros/as.
Hay que tener en cuenta que a veces, sobre todo cuando se trata de hacer o no algo que nos piden, no necesitamos dar una respuesta inmediatamente, es decir , podemos retrasar un poco ese momento para reflexionar y llevar a cabo nuestro plan de toma de decisiones. También es importante reflexionar y pensar sobre nuestra decisión en un momento de tranquilidad, evitar tomar decisiones si estamos muy alterados, enfadados o asustados. Mejor antes dedicar un rato o unos días a calmarnos.
Pero ¿Cómo se toma una decisión autónoma y responsable?
En sencillos pasos cómo se toma una decisión con seguridad , de forma autónoma y responsable:
1. Definir el problema. Con este paso hay que procurar responder a la pregunta de ¿Qué es lo que deseo conseguir en esa situación? Pongamos que se me ha roto el coche: ¿mi objetivo es conseguir otro coche o es desplazarme para ir a trabajar? En función de cuál de estos dos considere mi objetivo plantearé diferentes alternativas para resolverlo: Si mi objetivo es poder llegar al trabajo, puedo plantearme opciones como usar la guagua o pedirle a alguien que me lleve, pero si lo que quiero es un nuevo coche descartamos lo anterior.
2. Buscar alternativas . Pongamos que yo lo que necesito es llegar al trabajo, entonces puedo (hacemos una lista):
– Alquilar un coche
– Pedirlo prestado
– Encontrar a alguien , un compañero o un conocido que me lleve
– Comprar un coche nuevo…
3 .- Ahora tenemos que evaluar cada opción, para esto conviene recoger toda la información que podamos: precio del alquiler, tiempo que voy a estar sin coche, gravedad de la avería, disponibilidad de otras personas para ayudarme,… Buscamos ventajas e inconvenientes (posibles consecuencias negativas) para cada opción. Podemos ayudarnos de las matemáticas si estamos un poco confusos/as: A cada opción le damos una puntuación positiva (0-10) por sus ventajas y otra negativa (0-10) por inconvenientes. Por ejemplo, alquilar un coche está bien porque es una solución rápida, sencilla (puntúa 7) pero es muy caro , del 1 al 10 un 9 de caro. Como 9 es mayor que 7, rechazamos la opción. Y así sucesivamente.
La opción de un ir con un compañero hace que tengamos que adaptar nuestros horarios a él/ella (5 en nivel de importancia) pero es muy económico y más rápido que el transporte público ( 8 ). Esta opción puede ser una de las finalistas .
También hay que mirar las consecuencias a largo plazo: si me compro ya un coche nuevo eliminaría casi la posibilidad de nuevas averías . En las relaciones personales: si decido no decirle a un amigo algo que no me gusta él o ella haga, ahora puede ser algo desagradable pero más adelante me voy a sentir más a gusto porque le doy la oportunidad a esa persona de corregir su comportamiento.
4.- Elegir la mejor alternativa posible. Cuando hemos descartado las opciones menos útiles y nos hemos quedado con varias buenas opciones, restamos la puntuación de los inconvenientes a de las ventajas en cada opción, y la opción que quede con un valor más alta es la solución elegida a nuestro problema.
5. Por último ponemos en marcha la solución y comprobamos si nos da el resultado que necesitamos. Si no es así, aprovecharemos la experiencia para evaluar de otra forma las opciones o inlcuir nuevas soluciones. Como pueden ver, este sistema nos vale tanto para decidir qué hago hoy de comer como para elegir unos estudios, seguir o no con una relación, montar una empresa,etc…
A medida que sentimos que actuamos de forma más reflexiva, con más seguridad, sentimos que tenemos más control sobre lo que pasa a nuestro alrededor, menos miedo, porque sabemos que nosotros/as elegimos lo que sucede.