Es común que encontremos personas a las que el estrés les ataca físicamente al estómago, la espalda, el cuello,… pero también éste manifiesta con frecuencia a través de la piel.

La piel es el órgano más grande del cuerpo humano, por lo que sufre de forma masiva los efectos del estrés. La piel y el sistema nervioso además  están conectados desde el desarrollo más temprano, de ahí que cuando el sistema nervioso reacciona ante el estrés, (liberando hormonas, por ejemplo), esta respuesta sea directa sobre las células de la piel.

Tanto a corto como a largo plazo,  podemos notar:

  • Acné, exceso de grasa: Relacionadas con la producción en el cerebro de  adrenalina y cortisol, hormonas que alteran el sistema inmune y modifican la composición de la piel.

  • Piel sensible  : Los factores ambientales como la exposición al  sol intenso, el polvo en suspensión y el polen irritan la pìel  de forma especial , a causa del deterioro del sistema inmune.

  • Piel seca: Como parte también de la  respuesta natural del organismo ante la situación de estrés, los nutrientes que deben ir a la piel se distribuyen a otras zonas que intervienen de forma refleja para la supervivencia ( músculos, sistema cardiaco, articulaciones,..)

  • Picor, enrojecimiento, eccema,… Los síntomas estrella de la dermatitis atópica.

  • Picor, enrojecimiento y escamación.. Los síntomas estrella de la psoriasis.

Aparte de que contemos con una enfermedad específica de la piel como la Dermatitis Atópica o la Psoriasis, ( si es tu caso ya habrás aprendido a vigilarla ) es importante observar el estado de la piel, al igual que el de otros órganos, para tomar una medida del nivel de estrés al que estamos expuestos. Revisar qué nos preocupa, qué nos pide el cuerpo ( o la mente), qué emociones se nos están atravesando y para qué no estamos preparados/as…Porque al final el estrés es el fruto del desequilibrio entre lo que se nos pide y lo que podemos dar.

Mirar lo que pasa en tu piel no como un problema estético o social (digo social porque no olvidemos que todos lo ven y tienen que decir algo al respecto) , sino también y más importante, como un deterioro de tu cuerpo, de  tu salud, la cual también tienes derecho a proteger.

Se hace mucho énfasis en que, especialmente a partir de determinadas edades, es importante ejercitar la memoria, porque somos nuestros recuerdos.

No obstante, hay un mecanismo que influye al determinar qué es lo que vamos a fijar en la memoria y lo que no: la Atención.

La Atención funciona como un foco: selecciona, filtra, cuál es la información relevante para nosotros, según nuestros objetivos, intereses, personalidad o  estado de ánimo.

Hagamos una prueba: fíjate en todos los objetos de color blanco que veas en la habitación en la que estás… Y luego intenta recordar los de color azul…¿Que ha pasado? Pues que durante el procesamiento visual estabas filtrando todo lo que NO era blanco, y ahora cuesta más recordar otros colores.

No sólo podemos atender selectivamente aquello que vemos, sino que también ocurre con lo que pensamos. Los sesgos cognitivos hacen que sólo sea importante para nosotros/as los aspectos de la situación que confirman nuestro autoconcepto, sean más positivos o negativos.

Con el efecto correspondiente sobre nuestro estado de ánimo. Así, las personas que tienen una imagen negativa de sí mismas sólo se fijan en los errores o en las críticas, lo cual hace que se sientan a su vez deprimidos/as o irritables.

Aprender  a dirigir la atención hacia los estímulos que nos interesan en ese momento ( lo que estamos estudiando, la conversación que estamos manteniendo,…), distribuirla de forma equilibrada para tener una visión completa de los acontecimientos,  o cambiarla con flexibilidad si hay un cambio importante en el ambiente ( mantener el estado de alerta) significa controlar nuestro propio mundo interno y las decisiones que tomamos.

Para trabajar la atención disponemos de diferentes ejercicios específicos . Pero también es importante tratar de concentrarnos en una sola actividad, si bien estoy hoy puede ser un reto , estando en la época de la atención multitarea . También tenemos el mindfulness y sus técnicas para centrarnos en el aquí y el ahora.

Y tener en cuenta que la atención sostenida se mantiene hasta 40 minutos aproximadamente, después necesitaremos hacer un breve descanso para evitar la fatiga.

 

Recientemente visitamos una exposición en Centro Atlántico de Arte Moderno de Las Palmas (CAAM). A veces reconozco que hay cosas que me apetecen más, pero la sensación de descubrimiento y de profundidad con la que sales de allí, merece la pena.

Hay obras de arte que no están hechas para ser entendidas, sino para ser sentidas. El arte, como la belleza, no existe por sí mismo, sino que lo crea la persona que lo observa. Y según en qué momento de su vida, bajo que emoción, o expectativa, … obtendrá una percepción u otra. Ésa es la magia del arte. Y cuanto más abstracto, mejor.

Es verdad que requiere un poquito de esfuerzo,  superar la pereza de buscar un significado, entre tanta información obvia que nos rodea.

Y no se trata de ser capaz o de «entender de». No es necesario. De hecho, todos tenemos derecho a disfrutar del arte. Y es sano que los/as niños/as crezcan aprendiendo a valorar el arte,  y que ellos/as mismos/as se sientan  con seguridad para atreverse a crear.

Dedicar tiempo al arte no sólo es una señal de respeto por los artistas, también es bueno para quienes participan de él. Observar, tocar, degustar, experimentar el arte en definitiva nos ayuda a abrir la mente, superar los prejuicios, conectar de forma más emocional con la realidad y sobre todo muchas veces ayuda a comprender la realidad de otros. Sobre todo cuando hablamos del arte en su vertiente más comprometida.

Por otro lado, Juan Francisco González Díaz, psicoanalista y poeta, me dijo una vez yendo en el coche que todas las personas necesitan  algún tipo de expresión artística, ( ya sea pintar, bailar, cocinar, escribir, diseñar,… ). Para canalizar sus emociones, para comunicarse, para sentirse con el poder de quizá remover algo dentro de los demás.

Yo soy de escribir, prosa y poesía, y desde hace unos años también le doy al teatro.

Cuando hice con él un taller de Poesía, me dijo: « si para ti lo que has escrito es Poesía, lo es». No hay nada más que discutir, el autor aporta el estatus. Y luego que digan los demás si están dispuestos a invertir dinero en adquirirlo o tiempo en contemplarlo.

Les animo a que busquen su propio arte. No por dinero, ni por fama, ni por curriculum. Sólo por alimentar el alma.

 

 

Al igual que las circunstancias a veces nos obligan a «reinventarnos» ( porfesional o personalmente), puede ocurrir que nos demos cuenta de que ese colchón emocional que significa tener amigos está un poco desinflado. Bien porque no se nos ocurre gente a la que llamar para tomar un café o porque nos damos cuenta de que ya no nos apetece ese café con las personas con las que contamos actualmente.

Lo más común es el caso de las personas que atraviesan una separación sentimental, cuando la vida en pareja ocupaba antes buena parte del tiempo libre. O bien aquellos/as  que se han mudado y ahora viven en otro lugar, porque los amigos de antes ya no están tan accesibles.

En cualquier momento nos podemos ver necesitados/as de crear una nueva red social. Recordemos que las relaciones interpersonales satisfactorias, al margen de las laborales y  las familiares , son una pata importante en la mesa del equilibrio emocional. Personas con las que reírnos, recrearnos en lo frívolo y arreglar el mundo. Y también que nos reciban con  calor cuando el miedo y los problemas aprietan.

Cuando ocurre esto, nos damos cuenta de que ya no es tan fácil como cuando éramos pequeños/as , que podíamos jugar con niños/as cuyos nombres incluso desconocíamos. De adultos no podemos ir preguntando a la gente «¿quieres ser mi amigo/a?», más bien, en mi opinión,  hay que generar un contexto adecuado, abrirse a nuevas opciones y tener paciencia.

Cosas que podemos hacer:

  • Buscar grupos con intereses similares a los nuestros : si te gusta tocar un instrumento, buscar personas con quien tocar. Si lo tuyo es la lectura, hay clubes en alguna bibliotecas. También hay grupos interesantes de senderismo o actividades al aire libre. En esto Internet es una herramienta muy interesante para poner en contacto a las distintas personas de una misma zona . A partir de ahí lo mejor es que relación se desvirtualice lo antes posible.
  • Aprender algo nuevo: clases de idiomas, teatro, tai-chi,…El proceso de aprendizaje requiere mucho del trabajo en equipo y la solidaridad de otros compañeros/as y garantiza tener tema de conversación.
  • Identificar personas en tu trabajo con las que te llevas bien o tienes algo en común y tratar de llevar un poco más allá esa relación. Puedes intentar sacar temas de conversación que no estén relacionados con el trabajo, interesarte por la vida de esa persona,… y espontáneamente puedes proponer en algún momento un café al salir o  hacer algo que os interese a todos ( ver una película, ir a un restaurante,…)

Cuando se trata de actividades compartidas, cuanto más se relacionen entre sí las personas del grupo más oportunidades hay de conocerse y de diferenciar a aquellas con las que más te identificas.

También es posible que muchas personas tengan poca disponibilidad para la vida social o que a su vez ya tengan un círculo social lo bastante amplio. En ese caso puede que deseen incorporar personas nuevas o no.

Pero se trata de intentarlo, a lo ensayo y error, y sobre todo dejar que fluya y ver qué aprendemos por el camino, sobre los demás y sobre nosotros/as mismos/as.

Cuando el estado de ánimo se deteriora, tendemos a quedarnos quietos, indefensos. Tanto física como mentalmente. No hay ganas de moverse, porque no hay ganas de nada. Y el sofá o la cama nos acogen.

Es lo normal, es la fuerza de la apatía. Y cuando más nos mantenemos en la estaticidad, menos se mueve también el cerebro para generar serotonina, la hormona que nos ayuda a sentirnos bien. Es lógico, porque el dice: «Si tú no te mueves, por qué voy a hacerlo yo?»

Lo que pasa es que, paradójicamente, la única manera de vencer a la apatía, sin recurrir a cambiar directamente la química cerebral, es moverse. El movimiento genera más movimiento, piensa en una rueda: una vez la empujas suavemente, sigue girando por inercia.

No hace falta pasar de 0 a 100,  basta con un primer paseo, durante el tiempo que puedas . Piensa en cuál es el mínimo esfuerzo que puedes hacer. Y hazlo, hazlo ya.

Y al día siguiente, si te animas , prueba a caminar un poco más deprisa. Puede que en unos días sientas ganas de correr. O no, pero que el ritmo se mantenga.

Hay quien busca un propósito para ese paseo: por ejemplo , ir a comprar a la farmacia. Y ya puestos buscamos aquella que esté más lejos , pero que podemos ir caminando. Tenemos que obligarnos y comprometernos a nosotros mismos para mantener un hábito, y de eso se trata la disciplina.

Mejor si al menos parte del camino es junto al mar ( piensa en las avenidas marítimas ) o atravesamos algún parque o una zona de campo o naturaleza Está demostrado que caminar por la naturaleza te ayuda aún más a  sentirte mejor.

Y en ese momento en el que inicias el movimiento(da igual que sea lento, si es constante), es cuando se empieza a mover un poquito más el mundo para ti. Y aparecen las posibles opciones, soluciones, planes, proyectos para la vida. Aunque sea en esbozos, poca cosa. Pero existen para ti y puedes verlos.

Y poquito a poco, aparece de nuevo la confianza, y el agradecimiento. Porque hay un tiempo, un futuro por delante que es tuyo, y que , en parte, puede ser como tú quieras.

Y porque al final la vida es puro movimiento.

 

 

 

 

Se supone que los errores están para aprender de ellos : reconocemos el error, analizamos qué ha fallado, pedimos disculpas si es necesario y trazamos un «plan» para evitar que vuelva a ocurrir.

Pero vuelve a ocurrir. A veces el hábito o la compulsión de repetición es más fuerte que el deseo de cambiar. Los psicoanalistas defienden que guardamos una tendencia a la autodestrucción ( o el tanatos), opuesta a la pulsión  o el impulso de luchar por la vida ( Eros). De hecho el estado del ser humano en el que no hay ningún miedo, conflicto, preocupación,… es la no existencia, la muerte. La culminación final del tanatos. Y por eso repeteríamos  todo aquello que sabemos que nos hace daño y que sabemos que nos conviene por nuestro bien evitar.errores

Por otro lado, hacer siempre lo mismo nos previene de lo nuevo, que es desconocido y puede amenazar mi confort, desde el » más vale lo malo conocido». En este caso de una forma más o menos consciente,  sabemos que pagamos el precio de no enfrentarnos a la incertidumbre.

Por ejemplo, hay personas que tienden a elegir parejas que controlan continuamente su comportamiento y con las que no pueden ser felices. Sin embargo, apostar por un tipo de relación diferente abre un nuevo escenario , en el que tienen que ser ellos/as mismos/as, descubrir su propia identidad y el miedo a no saber situarse puede ser muy profundo.

Cabe también que nuestros errores no sean realmente errores para nosotros. Quizá es lo que realmente queremos pero no nos atrevemos a decir. A lo mejor tomé otro tren porque ése era el que realmente quería.  Y consiguiendo el mismo resultado no necesito dar explicaciones.

Con el tiempo (y sus errores ) creo que lo más importante es no culpabilizarse. Pensar si acaso para qué repetimos los mismos errores, y no por qué, … Observar en qué lugar nos mantienen y qué necesidades están satisfaciendo.

 

«…En el futuro, la definición del analfabetismo no será la incapacidad de leer, sino l a incapacidad de aprender, desaprender y volver a aprender (Alvin Toffler, escritor)».

En efecto, hace poco me di cuenta de nuevo de que  casi cualquier cosa que sepas puede dejar de serte útil en un momento, y hay que sustituirla por otra idea, otro conocimiento, otra meta  u otro patrón de comportamiento.lavadora

Estamos programados para responder de forma automática y esos «programas», como los de la lavadora, se activan instantáneamente. Nadie recuerda cuándo empezó a llorar cuando le insultaban o a dar la hora si se la piden, ¿cómo lo aprendió? En algún momento se creó una relación entre ambos elementos ;todo es una cuestión de condicionamiento.

Pero un día puedo despertarme en un país donde pedir la hora significa significa que tengo que salir corriendo, y tendré que enseñarle a mi cerebro a reprogramar esa respuesta, porque ya no me vale. Y entonces soy yo quien tiene que cambiar, porque voy en discordancia con el entorno.

Llegados a adultos podemos decidir qué creer y qué no, y pienso que a veces nos da miedo, porque en el fondo es más fácil que nos den la respuesta correcta y así no tener que comprometernos ni tomar decisiones. Ahora tú tienes el poder qué debes hacer, qué no, qué te/nos conviene, … y cómo hacer felices a los/as demás.

Una manera es cuestionar lo que hacemos, estableciendo un diálogo amable con nosotros mismos, sin juzgarnos, sólo para reconocer con honestidad qué motiva realmente las cosas que hacemos, a quién/qué estamos haciendo caso. Sin llegar a la obsesión, por favor, que hay que mantener un buen equilibrio entre la atención que le prestamos al mundo interno y al externo.

Aprender el «arte» de desaprender puede ser un proceso doloroso, porque por el camino se derriban muchos mitos y nos sentimos solos/as. Nos desconcertamos, nos desequilibramos temporalmente,…. Lo normal es sentir miedo al vacío. Lo importante es que ahora tú eliges con qué llenarlo.

Hace poco vi una película que me sorprendió, Langosta (Yorgos Lanthimos, 2015). En ella ( no haré mucho spoiler), varias personas se alojaban en un hotel para buscar pareja. De forma casi mecánica, se emparejaban por tener algo en común, ésa era la única regla. Unos porque les sangraba la nariz, otros por tener un humor sádico,…langoss

Aún sabiendo lo irreal de la historia, sí me parece que convivimos con la creencia de que cuanto más nos parecemos, hacemos «mejor pareja», «pegamos más» o tenemos más futuro juntos. Como si el éxito de una pareja radicara en solaparse.

Buscamos  una actitud, interés, preferencia o manía en común que  justifique  el hecho de estar juntos. Y si no la hay, somos capaces de cambiar nosotros/as  mismos/as para parecernos más a la otra persona.

Esto ocurre, claro, de forma inconsciente( de hecho casi siempre son los demás los que se dan cuenta de este cambio ) porque responde a un miedo a descubrir que «somos diferentes y por eso no podemos ser felices juntos».

Todo esto cambia si pensamos que sólo necesitamos  intereses comunes suficientes como para tener de qué hablar ( y ya compartimos mucho  por compartir la condición humana y lo que acarrea) , pero sobre todo, capacidad y disposición para cubrir las  necesidades de la otra persona ( seguridad, afecto, estabilización,…).

O buscar lo mismo, un proyecto que construir en común , cada uno/a desde su idiosincrasia , ya sea un viaje, una casa, un hijo o un negocio.

Las diferencias son inevitables, al igual que los conflictos . Nuestra felicidad depende de si las vemos como una amenaza o si las aceptamos , quizá, como una oportunidad de enriquecimiento.

 

Hace poco fui a una charla en la que hablaban del concepto de Gamificación. Realmente antes de llegar a mí me sonaba a algo que tuviera que ver más con las plantas :P, pero teniendo en cuenta dónde tenía lugar no podía estar relacionado con eso.

La Gamificación ( del inglés «game», que significa juego), es el uso de técnicas, elementos y dinámicas propias de los juegos y el ocio en actividades no recreativas con el fin de potenciar la motivación, así como de reforzar la conducta para solucionar un problema u obtener un objetivo ( wikipedia). Recordarán las tarjetas de puntos, los juegos de facebook, los concursos en los que hemos participado en clase,etc. Todo para que sientas que estás jugando , y no comprando ni aprendiendo.juego

¿Por qué utilizar el juego para motivar a hacer algo, ya sea comprar o aprender , proporcionar información o relacionarse? El juego es la única forma que permite al mismo tiempo divertirte y medirte con respecto a tus propios resultados ( progresión) o respecto a los de otros ( competencia).

También puede ayudar a estrechar o rehacer lazos de forma diferente; no es raro que se recomiende dentro de la terapia familiar que padres/madres e hijos dediquen un tiempo a jugar juntos, ya sea videojuegos, deportes o a hacer un dibujo. Los roles cambian y las relaciones se observan desde una perspectiva distinta.

Los adultos porque ya nos olvidamos del juego simbólico, pero cuando dejamos que los niños fluyan en  él nos dejan acceder a su visión del mundo y a su experiencia. Porque sólo pueden representar aquello que han conocido y que les ha emocionado, y porque dentro del juego no existe lo que está bien o mal hecho, sólo aparece. Se trate de marionetas o de dibujos, jugando y representando, lo interno se hace externo, y por tanto más manejable y menos culpabilizador.

Los grandes por nuestra parte, tenemos que decir que aprendemos clown o que echamos partidas de videojuegos o cartas para que nos dejen volver a ser un poco niños/as sin que parezcamos infantiles. Para sentir el subidón de ganar o de hacer el payaso porque sí sin sentir vergüenza, ese sentimiento tan «maduro».

En fin, que el juego está en la vida, y al final si se fijan casi todo lo que hacemos es para pasarlo bien. O al menos me gusta pensar eso 🙂 Que disfruten.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

vrEsta Semana, por ser Santa y especial, tenemos a un autor invitado: Yeray David Rodríguez, creativo multimedia.

Hace ya tiempo que está demostrado que los videojuegos, en contra de la imagen popular que aún arrastran, pueden ser una actividad muy estimulante y adecuada para cualquier edad, siempre que se usen con moderación y, en el caso de los niños, bajo la supervisión de un adulto. Además, son muchos los colectivos ajenos tradicionalmente a este mundo, como los mayores, que ya han descubierto los atractivos de las consolas y los juegos de ordenador.

Por ese motivo, y también por el desarrollo de las últimas tecnologías de simulación e interacción, en los últimos años ha aumentado notablemente el interés en estos productos como herramientas terapéuticas que complementen a las tradicionales.

De forma general podemos distinguir dos grandes grupos: en primer lugar están los juegos dirigidos al público en general, pero que por su diseño puede mejorar la calidad de vida de ciertos colectivos de personas. Ciertos juegos de mecánica sencilla y entornos libres e inmersivos, por ejemplo, pueden ayudar a reducir el nivel de estrés. Otros juegos de temática social que invitan a la interacción entre los jugadores pueden resultar útiles a las personas con dificultades para la socialización. Son productos sin pretensiones terapéuticas, pero que pueden ser herramientas complementarias muy útiles.

El otro grupo lo conforman juegos especialmente diseñados para personas con algún tipo de trastorno. En este caso, los recientes avances tecnológicos en Realidad Virtual y Realidad Aumentada han mejorado espectacularmente su eficacia, hasta el punto que compañías están buscando la aprobación de la FDA, la máxima autoridad estadounidense en materia de salud. Una técnica habitual de estos juegos es la inmersión en una realidad virtual y controlada, para focalizar la atención del usuario o reproducir situaciones modeladas por los especialistas. Se ha usado en casos de estrés postraumático, trastornos del espectro autista o en cuidados paliativos del dolor. Otros juegos implementan técnicas que mejoran las capacidades cerebrales de los mayores con algún grado de demencia.

Y es sólo el principio: los futuros avances en juegos controlados por la mente y la mayor predisposición de los especialistas sanitarios en usar este tipo de tecnología presagian un desarrollo sin precedentes en terapias mediante videojuegos.

Se puede encontrar más información en este artículo de El Diario, así como en la Wikipedia.