Hay una frase que estoy viendo con frecuencia por las redes , algo así como que trabajar duro por algo que no te gusta es estrés , y trabajar duro por algo que te gusta es pasión. Realmente factores como la no identificación con los objetivos de las tareas , la falta de libertad para elegir una forma de trabajo, etc…, son factores pueden conducir a situaciones de estrés .Sin embargo aún cuando nuestra profesión nos enamora y nos llena por completo , el exceso de volumen de trabajo y de responsabilidades nos desgasta de igual manera.
El estrés es una respuesta del organismo ante una demanda que no puede abarcar con los recursos que tiene: el tiempo, los conocimientos, el apoyo,… Independientemente de las ganas, el entusiasmo o la ilusión empleados.
Las cefaleas, las tensiones musculares y los problemas digestivos los padecen también personas entregadas en cuerpo y alma a su trabajo… quizá demasiado. En cualquier momento pueden llegar a un servicio de urgencias con un ataque de pasión que no les deja respirar o se les clava en el pecho.
Esto es tan válido para personas que trabajan dentro de una organización como para aquellas que lo hacen de forma autónoma. Aunque en ambas situaciones las fuentes de estrés suelen ser distintas, el caso es que viene muy bien esto de justificar con la pasión el que trabajemos duro, muy duro, a veces más de lo que nos merecemos. Incluso cuando sentimos que no podemos más, porque hay que hacer el mismo trabajo de antes con la mitad de plantilla o porque no sabemos si nuestro negocio va a continuar el mes que viene ante la carga fiscal y las deudas.
Tanto si te gusta tu trabajo como si no, tienes el mismo derecho a cuidarte, a no asumir como propios problemas que no son tuyos, a dedicarte tiempo para ti, y a pedir ayuda cuando la necesites. Una cosa es pasión. Y otra cosa es estrés.