Cuando somos pequeños, queremos ser «grandes». Cuando nos hacemos mayores, nos gustaría ser más jóvenes. Pocas personas se identifican con su edad actual, o estamos esperando momentos vitales mejores o echamos en falta los que ya pasaron. Otras personas en lugar de disfrutar de la juventud que tienen ahora viven con miedo a perderla ( como si de ellos/as dependiera…).

Dosis Diarias, de Alberto Montt

Dosis Diarias, de Alberto Montt

Sólo nos damos cuenta de lo mayores que somos cuando ver cumplir dieciocho o veinte años a nuestros hijos o sobrinos y podemos recordar cómo era nuestra vida  a esa edad. Porque realmente nuestra edad nos permite muchas veces hacer prácticamente las mismas cosas que esos chavales .

Miramos hacia atrás y siempre podíamos haber hecho más cosas, haber exprimido  más el momento. No es que tenga que ser así, es que nos resistimos a aceptar que ya pasó esa oportunidad y lo que nos quedan son las posteriores.

Y cuando ya la edad nos limita para algunas cosas también nos abre oportunidades para otras: ya sea para enseñar a otros porque sabemos más y hemos vivido más que otros/as o para darnos permiso a sentirnos cansados/as.

Pienso que todas las edades y momentos se viven de forma diferente, que no mejor ni peor y es importante que sea así para que realmente nos sintamos «crecer». ¿La edad que mejor te sienta? Si tú quieres, la que tienes ahora 🙂 .

 

 

Recientemente compartí en facebook un artículo de otro blog que preguntaba «¿Crees que eres demasiado mayor para conseguir tus metas? «Me llamó mucho la atención conocer que Jhon Pemberton inventó la Coca-Cola con 51 años y Ray Kroc abrió el primer McDonald con 52 .

Yo vengo de la «generación» en la que se popularizó a través de la televisión el término  JASP ( para vender un coche, claro) : Jóvenes Aunque Sobradamente Preparados , muchos/as lo recordarán. Intentaban vender una creencia de que a los 30 tenías que haberlo aprendido «todo» y estar capacitado/a para ocupar el puesto más alto y ser el/la mejor valorado/a.

2_hamburParecía como que si no habías triunfado a los treinta y pocos ya no había oportunidad para ti. Parecía como si no hubiese vida ni nada más que aprender después.

Quizá teníamos prisa. Nuestro cerebro no está siempre  preparado para imaginar qué estaremos haciendo  a los cincuenta ni para imaginar que se puedan comenzar obras importantes.

Sin embargo pienso ahora que quizá no sea hasta dentro de diez o quince años más cuando realmente estemos preparados, maduros ,para el éxito, y hasta entonces nos queda mucho por aprender.

El escenario actual en el que las personas no ven el trabajo asalariado como única salida laboral amplía un poco más el margen que perciben las personas para iniciar una proyecto laboral o vital . Antes  siempre andábamos atemorizados porque «después de los cuarenta no te contrata nadie». Eso sí hay que agradecérselo a la actual cultura del emprendimiento.

Solamente sé dos cosas:

1) No paramos de aprender cosas ( a partir de la experiencia, la observación, el conocimiento,..)  aún sin querer y sin darnos cuenta.

2) No sabemos lo que nos espera mañana mismo. Tanto en cuanto a amenazas como a oportunidades : ¿qué nos dice que que nuestra situación no puede cambiar si nosotros  estamos continuamente cambiando?  Quizá la oportunidad nos encuentre con un poco más de canas, pero también con más sabiduría y confianza.

Al final la edad es un estado de ánimo : un número más el significado personal que nosotros/as mismos/as le damos, según nuestras creencias sobre la juventud, la madurez ,etc. El caso es que a los creadores de las hamburguesas y los refrescos más famosos del mundo no les frenó.