Se hace mucho énfasis en que, especialmente a partir de determinadas edades, es importante ejercitar la memoria, porque somos nuestros recuerdos.

No obstante, hay un mecanismo que influye al determinar qué es lo que vamos a fijar en la memoria y lo que no: la Atención.

La Atención funciona como un foco: selecciona, filtra, cuál es la información relevante para nosotros, según nuestros objetivos, intereses, personalidad o  estado de ánimo.

Hagamos una prueba: fíjate en todos los objetos de color blanco que veas en la habitación en la que estás… Y luego intenta recordar los de color azul…¿Que ha pasado? Pues que durante el procesamiento visual estabas filtrando todo lo que NO era blanco, y ahora cuesta más recordar otros colores.

No sólo podemos atender selectivamente aquello que vemos, sino que también ocurre con lo que pensamos. Los sesgos cognitivos hacen que sólo sea importante para nosotros/as los aspectos de la situación que confirman nuestro autoconcepto, sean más positivos o negativos.

Con el efecto correspondiente sobre nuestro estado de ánimo. Así, las personas que tienen una imagen negativa de sí mismas sólo se fijan en los errores o en las críticas, lo cual hace que se sientan a su vez deprimidos/as o irritables.

Aprender  a dirigir la atención hacia los estímulos que nos interesan en ese momento ( lo que estamos estudiando, la conversación que estamos manteniendo,…), distribuirla de forma equilibrada para tener una visión completa de los acontecimientos,  o cambiarla con flexibilidad si hay un cambio importante en el ambiente ( mantener el estado de alerta) significa controlar nuestro propio mundo interno y las decisiones que tomamos.

Para trabajar la atención disponemos de diferentes ejercicios específicos . Pero también es importante tratar de concentrarnos en una sola actividad, si bien estoy hoy puede ser un reto , estando en la época de la atención multitarea . También tenemos el mindfulness y sus técnicas para centrarnos en el aquí y el ahora.

Y tener en cuenta que la atención sostenida se mantiene hasta 40 minutos aproximadamente, después necesitaremos hacer un breve descanso para evitar la fatiga.

 

Cuando el estado de ánimo se deteriora, tendemos a quedarnos quietos, indefensos. Tanto física como mentalmente. No hay ganas de moverse, porque no hay ganas de nada. Y el sofá o la cama nos acogen.

Es lo normal, es la fuerza de la apatía. Y cuando más nos mantenemos en la estaticidad, menos se mueve también el cerebro para generar serotonina, la hormona que nos ayuda a sentirnos bien. Es lógico, porque el dice: «Si tú no te mueves, por qué voy a hacerlo yo?»

Lo que pasa es que, paradójicamente, la única manera de vencer a la apatía, sin recurrir a cambiar directamente la química cerebral, es moverse. El movimiento genera más movimiento, piensa en una rueda: una vez la empujas suavemente, sigue girando por inercia.

No hace falta pasar de 0 a 100,  basta con un primer paseo, durante el tiempo que puedas . Piensa en cuál es el mínimo esfuerzo que puedes hacer. Y hazlo, hazlo ya.

Y al día siguiente, si te animas , prueba a caminar un poco más deprisa. Puede que en unos días sientas ganas de correr. O no, pero que el ritmo se mantenga.

Hay quien busca un propósito para ese paseo: por ejemplo , ir a comprar a la farmacia. Y ya puestos buscamos aquella que esté más lejos , pero que podemos ir caminando. Tenemos que obligarnos y comprometernos a nosotros mismos para mantener un hábito, y de eso se trata la disciplina.

Mejor si al menos parte del camino es junto al mar ( piensa en las avenidas marítimas ) o atravesamos algún parque o una zona de campo o naturaleza Está demostrado que caminar por la naturaleza te ayuda aún más a  sentirte mejor.

Y en ese momento en el que inicias el movimiento(da igual que sea lento, si es constante), es cuando se empieza a mover un poquito más el mundo para ti. Y aparecen las posibles opciones, soluciones, planes, proyectos para la vida. Aunque sea en esbozos, poca cosa. Pero existen para ti y puedes verlos.

Y poquito a poco, aparece de nuevo la confianza, y el agradecimiento. Porque hay un tiempo, un futuro por delante que es tuyo, y que , en parte, puede ser como tú quieras.

Y porque al final la vida es puro movimiento.

 

 

 

 

vittUna vez más, somos lo que comemos y lo que nos nutre.

El nivel de determinadas  vitaminas están muy relacionado con nuestra capacidad para afrontar los reveses de la vida y la carga cotidiana, a través de la secreción de neurotramisores o sustancias cerebrales que regulan el estado de ánimo y la energía con que nos sentimos . O influyendo sobre el sistema inmune y la regeneración celular del organismo.

Por ejemplo después de períodos, como hemos tenido todos, de agotamiento intenso , sobre todo cuando nos afectan a las emociones, el complejo vitamínico B nos ayudará a regenerar nuestro organismo de ese desgaste y proteger el sistema de defensas.

Capacidades como la atención, la concentración y la memoria se incrementan. Al sentirnos con más energía y más preparados/as responder ante las demandas del día al día, es normal que se estabilice el estado de ánimo , y se reduzca el estrés y los estados de ansiedad. Algunos alimentos ricos en vitaminas del grupo B son los huevos, frutos secos, coliflor, zanahorias, atún y las setas.  En farmacias podemos conseguir también suplementos vitamínicos que nos ayuden a compensar estas carencias.

Últimamente se está investigando bastante sobre la relación entre la vitamina D y el estado de ánimo.  La falta de la vitamina D dificulta la síntesis de serotonina y este déficit se relaciona con la depresión. La vitamina D se absorbe en alimentos como salmón, leche, soja, yogur y cereales, pero también a través de la exposición  al sol. De ahí también el origen de los trastornos estacionales, cuando las horas de luz solar se acortan.

No obstante, si te notas últimamente más decaído/a o desanimado/a de lo habitual, nada mejor que un análisis completo no sólo de vitaminas sino también de minerales, hierro sodio y otros nutrientes importantes para identificar qué necesitamos  realmente.

 

 

 

Se acaban las vacaciones  de  verano, ésa es la realidad . Ahora podemos pensar que ocurren dos cosas:

1 Volvemos a lo normal, después de una época «especial», de actividad distinta. Esto quizá sobre todo lo piensen aquellos/as que han tenido unas vacaciones largas, de un mes o así.

2 Se abre una nueva etapa, como un curso nuevo, con las oportunidades que esto supone. Y empezamos a apuntarnos a clases, deporte, a coleccionar,…cubo

En la primera respuesta es cuando podemos echar en falta la libertad de las vacaciones, el ocio, o la compañía de algunas personas. Es entonces cuando tendremos que hacer un esfuerzo para habituarnos de forma progresiva a los ritmos y las responsabilidades. Y recordar que no siempre hemos estado de vacaciones, y hemos podido ser felices.

Por otro lado, si tomamos la vuelta con muchas ganas, nos podemos estar fijando objetivos poco realistas, sobre todo si los nuevos proyectos no son conocidos para nosotros/as y no sabemos cuánto tiempo y energía realmente van a requerir. Podemos frustrarnos fácilmente, por lo que será mejor comprometernos con metas muy accesibles , y según vaya la cosa, atrevernos con más.

También es cierto que cada vez más personas se van de vacaciones fuera de verano, en Mayo, Octubre,etc.   Aún así podemos notar cambios al finalizar el verano, con los cambios estacionales, de horas de luz,… y quizá también porque nuestro cerebro sigue asociando el verano con vacaciones y ocio; son muchos años de vida escolar y académica…

En fin, cada estación con sus sorpresas y sus oportunidades. Cualquiera que sea tu caso, te deseo un feliz final de verano 🙂

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No sé si les ocurre a ustedes, últimamente me encuentro con muchas personas con dolencias estomacales: colon irritable, gastroenteiritis recurrentes, …

Al estómago lo han llamado el «segundo cerebro», o «cerebro emocional» porque sobre él impactan directamente el estrés y las emociones, hay una relación directa entre cerebro y estómago. De ahí que muchas personas que atraviesan una situación personal, emocional inestable también sufran molestias digestivas : digestiones pesadas, «tripa hinchada» ( o distensión gástrica ), infecciones, gastroenteritis,…  en los casos más prolongados pueden  aparecer enfermedades comoProjekt_Stomach,_piercing el síndrome de colon irritable .

Las emociones a las que no damos salida ( ira, tristeza, insatisfacción, miedo,…)  , expresándolas , neutralizándolas o compartiéndolas con otros, se quedan » atascadas» dentro del cuerpo. ¿Cómo ocurre esto? El sistema digestivo tiene la función de eliminar, limpiar. Ante situaciones que el cerebro interpreta como estresantes nuestro organismo  comienza a producir sustancias como el cortisol, o la dopamina que si no se eliminan son las que generan depresión, ansiedad o cansancio.

Pero también esta conexión cerebro- estómago funciona a la inversa: según como nos tratamos en este aspecto, nos sentiremos más o menos relajados/as , enérgicos/as  o satisfechos/as . Nuestro estado de ánimo depende también del estado del estómago. En este sentido yo seguiría las recomendaciones de Irina Matveikova, médica especializada en Endocrinología y Nutrición Clínica : 

  • Escuchar nuestro estómago : observar qué es lo que nos sienta bien, o que parece que «golpea» nuestro estómago, no sólo en cuanto  a la comida.
  • Comer con calma. Dedicarle un mínimo de tiempo para que al intestino le dé tiempo a moverse y a trabajar adecuadamente.
  • Hacernos un sencillo automasaje en la tripa con movimientos circulares, siguiendo las agujas del reloj. Dedicarle diariamente unos minutos.
  • A media tarde , cuando nos sentimos cansados, hacer respiraciones abdominales profundas .
  • Vigilar con qué frecuencia vamos al baño. Acudir cada vez que lo necesitemos y dedicarle unos 15 minutos.
  • Cuidar lo que comemos. Hidratarnos bien mediante fruta y verdura fresca, equilibrar el consumo de grasas y sobretodo de harina y trigo. Detenernos a darnos cuenta de por qué comemos , de si realmente tenemos apetito o simple gula,  aburrimiento, o ansiedad. Entonces detenemos la actividad de comer y buscamos otra actividad que satisfaga nuestras necesidades sin castigar nuestro estómago ( dar un paseo, un baño, sentir el sol, escuchar música relajante,…)  y por tanto sin dañarnos a nosotros mismos .

Al final, somos tanto una mente como un cuerpo, todo es lo mismo porque recibimos todo aunque sea en lugares distintos.