vittUna vez más, somos lo que comemos y lo que nos nutre.

El nivel de determinadas  vitaminas están muy relacionado con nuestra capacidad para afrontar los reveses de la vida y la carga cotidiana, a través de la secreción de neurotramisores o sustancias cerebrales que regulan el estado de ánimo y la energía con que nos sentimos . O influyendo sobre el sistema inmune y la regeneración celular del organismo.

Por ejemplo después de períodos, como hemos tenido todos, de agotamiento intenso , sobre todo cuando nos afectan a las emociones, el complejo vitamínico B nos ayudará a regenerar nuestro organismo de ese desgaste y proteger el sistema de defensas.

Capacidades como la atención, la concentración y la memoria se incrementan. Al sentirnos con más energía y más preparados/as responder ante las demandas del día al día, es normal que se estabilice el estado de ánimo , y se reduzca el estrés y los estados de ansiedad. Algunos alimentos ricos en vitaminas del grupo B son los huevos, frutos secos, coliflor, zanahorias, atún y las setas.  En farmacias podemos conseguir también suplementos vitamínicos que nos ayuden a compensar estas carencias.

Últimamente se está investigando bastante sobre la relación entre la vitamina D y el estado de ánimo.  La falta de la vitamina D dificulta la síntesis de serotonina y este déficit se relaciona con la depresión. La vitamina D se absorbe en alimentos como salmón, leche, soja, yogur y cereales, pero también a través de la exposición  al sol. De ahí también el origen de los trastornos estacionales, cuando las horas de luz solar se acortan.

No obstante, si te notas últimamente más decaído/a o desanimado/a de lo habitual, nada mejor que un análisis completo no sólo de vitaminas sino también de minerales, hierro sodio y otros nutrientes importantes para identificar qué necesitamos  realmente.

 

 

 

Ayer tuve la oportunidad de escuchar , en  las jornadas de Desarrollo Local del Ayuntamiento de Santa  Lucía, al presidente de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos de Las Palmas (UPA). Entre los obstáculos actuales que frenan el desarrollo de la agricultura y ganadería de pequeña explotación en Canarias, están las tendencias de consumo actuales.tomates

Parece que no podemos controlar los movimientos de la economía o del empleo a nuestro alrededor. Sin embargo nada seguiría en la misma dirección si no compráramos y consumiéramos exactamente como lo hacemos ahora. Si algo se vende, es porque alguien lo compra, o sea que como consumidores algo sí podemos controlar. Y es que pocos roles dentro de la sociedad son tan generales como el consumidores /as ; en mayor o menor medida todos consumimos , compramos, comemos, usamos. Y elegimos.  Por tanto tenemos una responsabilidad.

Somos parte de una cadena. Podemos elegir consumir productos ( véase mermeladas, tomates ,o  zapatos) de calidad incierta fabricados no-sabemos-dónde ( o sí, pero aquí no). Y muchos , porque son baratos , aunque enriquezcan a multinacionales que ponen sus propias normas. O podemos invertir un euro más no sólo en adquirir productos de mejor calidad,  sino también en contribuir al desarrollo económico y al empleo de nuestra propia comunidad. Egoístamente, antes o después si las personas de mi comunidad tienen mayor poder adquisitivo, digo yo que estarán en mayor disposición para invertir en los servicios que yo ofrezco… Al mismo tiempo que yo también podré invertir más … y así cerramos la cadena.

Ser agentes o protagonistas del cambio empieza por creérnoslo nosotros/as  mismos/as. Evidentemente somos libres de consumir lo que y donde queremos , y sabemos que hoy día la situación económica aprieta, pero que seamos conscientes de ello y de sus consecuencias.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El acto de comer es un comportamiento , y como tal, es estudiado por la psicología ,analizando aspectos  externos ( de la situación ) e internos ( de la persona) que afectarán a este proceso.

Durante este espacio describimos las necesidades  emocionales que podemos intentar cubrir con la alimentación, la relación entre los alimentos y el estado de ánimo y la influencia del estilo de vida que llevamos, entre otros aspectos.

 

ADA PRIETO – 13-03-2014

Ayer caminaba por la calle y mi cerebro recibió un mensaje directo : NECESITO AZÚCAR. Así de claro . De tal modo que entré en una pastelería y me compré un empalagoso dulce.

Les ocurre esto? A veces el cuerpo nos pide que le demos cosas. Concretamente el mensaje lo recibe el cerebro, porque  los demás órganos digamos que no tienen esa capacidad de comunicarse directamente con nuestra consciencia. Pero lo que está claro es que contamos con una capacidad extraordinariamente sabia y adaptativa para saber cuál es el estado de nuestro organismo y qué necesita exactamente sin necesidad de pasar por un análisis de sangre.

Pensamos que nos apetecen , se nos antojan , nos encaprichamos con ciertos alimentos o sustancias , pero a veces se trata precisamente de los nutrientes que se han quedado ya “en reserva”.

Sabemos de casos de personas , especialmente mujeres embarazadas y niños , que sienten fuertes impulsos por comer cosas como tierra, tiza y hielo ( enfermedad  de pica ). Aunque está considerado un trastorno  de la conducta( alimentaria), se ha comprobado que estas personas tienen importantes carencias de hierro y especialmente de zinc en su cuerpo. De hecho suele tratarse de personas muy desnutridas.

Fíjense: ¿a quién puede parecerle apetitosa la tierra o la tiza?Sin embargo no pueden resistirse. Y los niños no saben de déficit nutricionales.

Indudablemente el cuerpo se comunica con nosotros y tiene sistemas para pedirnos lo que necesita. Y hay otras muchas percepciones y experiencias psicológicas que aparecen sólo para mantener el equilibrio químico del organismo : el dolor, los cambios de temperatura, el adormecimiento de partes del cuerpo,… El cuerpo nos habla. Escuchémosle