Hace poco alguien me contaba que estaba preocupado por un amigo que , persiguiendo su sueño, se encuentra ahora junto con su familia en una situación económica muy comprometida y presionado por el banco.
El optimismo, la motivación, el impulso,… son la energía que hacen que arranquen los proyectos, la vida,… son necesarios y fundamentales para crear algo.
Sin embargo, sin algo de control , planificación y sin tener siempre los pies en la tierra, nos pueden conducir a decisiones arriesgadas que no siempre nos afectan sólo a nosotros .
Por no decir la frustración que conlleva.
No podemos con todo. No es suficiente con tener ilusión ni con vencer nuestros miedos. Por mucho que nos llene ver estas frases en las redes sociales enmarcadas en una imagen.
Hay cosas en nuestra vida que podemos controlar hasta cierto punto y otras que no. El optimista inteligente sabe diferenciar ambas , para trabajar sobre lo que depende de él / ella y aceptar tal cual es , aquello que no puede cambiar.
De la misma manera que sabe hasta dónde puede jugársela : me pregunto si esta persona se planteó qué podía pasar si no podía hacer frente al préstamo. ¿Pensó en alternativas a esta forma de financiación : crowdfunding, compartir la inversión con otras personas,esperar a un momento en que tuviese más dinero ahorrado…?
No es momento de juzgar el comportamiento de otras personas, pero sí de hacer un par de reflexiones, porque el de este chico no es el único caso:¿ por qué nos cuesta tanto situarnos sin movernos directamente del optimismo ingenuo a la desesperanza? Y ¿Por qué ahora tenemos que ser todos/as tan valientes y tirarnos a la piscina? ¿a quién/es beneficia todo esto?…