Hay cosas que de vez en cuando no me viene mal repasar. Igual que repasamos inglés, geografía o una receta de cocina, ¿por qué no refrescar nuestros derechos asertivos? Es decir, aquellas cosas que nos corresponden sólo por ser personas que vivimos y con-vivimos en este mundo:

  1. Tengo derecho a ser tratado/a con respeto y dignidad

  2. Tengo derecho a tener y expresar los propios sentimientos y opinionesamigos

  3. Tengo derecho a ser escuchado/a y tomado/a en serio

  4. Tengo derecho a juzgar mis necesidades, establecer mis prioridades y tomar mis propias decisiones

  5. Tengo derecho a “decir NO” sin sentir culpa

  6. Tengo derecho a pedir lo que quiero , dándome cuenta de que también la otra persona tiene derecho a decir “NO”

  7. Tengo derecho a cambiar

  8. Tengo derecho a cometer errores

  9. Tengo derecho a pedir información y ser informado/a

  10. Tengo derecho a obtener aquello por lo que pagué

  11. Tengo derecho a decidir no ser asertivo/a

  12. Tengo derecho a ser independiente

  13. Tengo derecho a decidir qué hacer con mi tiempo, cuerpo, etc. mientras no se violen los derechos de otras personas

  14. Tengo derecho a tener éxito

  15. Tengo derecho a gozar y disfrutar

  16. Tengo derecho a mi descanso o aislamiento

  17. Tengo derecho a superarme, aún superando a los demás

 

Pues eso, cada uno/a que revise cuál se le había olvidado últimamente, y si lo considera necesario, que haga algo al respecto.

 

IMG-20150815-WA0002La semana pasada me regalé unos diítas de vacaciones al Norte de España , de jueves a domingo , lo que llamamos un «fin de semana largo».

Al principio pensé :» qué poco», pero lo que no esperaba es haber vuelto con las pilas tan cargadas.

Realmente, el tiempo, sobre todo el de ocio, puede medirse tanto por su cantidad como por su calidad . Quince días de «descanso» pueden cundir tanto para el organismo como tres días realmente dedicados a oxigenarte.

¿Cuáles son los indicadores de calidad del tiempo? Se me ocurren por ejemplo:

– La magnitud de la diferencia entre tu entorno habitual y el de esos días de vacaciones: el cererbro rompe asociaciones de lugares con emociones de estrés y ansiedad, por ejemplo.

– La flexibilidad para hacer planes: la medida en que nos sentimos libres de poder hacer e ir donde nos apetece en cada momento.

– La cantidad e intensidad de emociones positivas: si estamos más o menos dispuestos/as a dirigir la atención a aspectos positivos y estimulantes ( un paisaje, un sabor diferente, ..) y a convertir contratiempos en anécdotas.

– La frecuencia de oportunidades para compartir actividades y experiencias con otras personas importantes para nosotros/as y para cultivar esas relaciones.

 

Al final, la huella que deja cada experiencia en la memoria no depende de la duración del recuerdo, sino de cómo nos hizo sentir.

 

Para Alba. Gracias 🙂

 

 

 

 

 

 

 

Lo cierto es que no suelo leer muchas fábulas o cuentos, aunque me gustan. Pero el otro día leí uno que me llamó la atención:

Contaba que un discípulo de SócratesSocrates,_p_125_(World's_Famous_Orations_Vol_1) se acercó un día a él para contarlo algo :»No se imagina,  maestro,  el comentario malintencionado que escuché sobre usted…» ( algo así le dijo).

Sócrates le contestó : «¿Ha pasado eso que vas a decirme antes por las tres bardas ( bardas son algo así como vallas)?»

El discípulo se quedó confundido.

-La primera barda es la de la verdad – dijo Sócrates- ¿Estás seguro de que lo que vas a contarme es cierto?

-Lo cierto es que no puedo estar seguro…

– La segunda barda es la de la bondad: lo que vas a contarme al menos es bueno?

– No, no lo es, maestro.

– La tercera barda es la de la necesidad: es necesario que yo sepa lo que vas a decirme ?

– No, maestro, realmente no es necesario.

– Entonces, si no es cierto, ni bueno ni necesario,dejémoslo en el olvido.

 

A veces no nos planteamos cuál es el sentido, para qué contamos algo a alguien. Quizá incluso tiene un efecto mayor sobre nosotros mismos que sobre la persona que lo escucha.

No sé, lo mismo el discípulo de Sócrates esperaba ganar el respeto de su maestro por facilitarle una información que él no tenía, ( Sócrates, que sabe tanto…)  independientemente de su naturaleza y origen.

Me parece útil esto de las tres bardas, valorar antes que podemos realmente ganar con difundir una información o no hacerlo  y a qué nos arriesgamos con ello.