Últimamente he hablado con varias personas que se encuentran en el proceso de adoptar un menor. En el medio de dos necesidades tan naturalmente complementarias: cuidar y ser cuidado/a , se encuentra un mar de trabas y procesos burocráticos que los separa de forma, aparentemente, absurda. El tiempo medio para adoptar a un menor nacional o internacional ronda los seis años . además de que puede tener un coste económico, el caso de las internacionales particularmente , de entre los 3.000 y 60.000 euros.
Hay una realidad y es que en este proceso el tiempo no juega a favor de nadie: ni de los/as menores ni de las personas que quieren adoptar . El desgaste emocional y la frustración se acumulan y aumentan las posibilidades de que perdamos la esperanza. Porque para muchas personas es mejor aceptar que nunca tendrán su propia familia a vivir con la incertidumbre de lo que va a llegar o no…
A medida que un niño o una niña sin familia cumple años, va perdiendo oportunidades de encontrar un hogar, porque da más miedo acoger a una persona de diez años que a otra de cero a dos, que no tiene pasado. Y el niño o la niña también lo sabe…
Por otro lado, las evaluaciones de idoneidad son exhaustivas, y está totalmente justificado: las condiciones económicas, el apoyo familiar-social de las personas que quieren adoptar , su estabilidad personal y emocional , sus expectativas,… todo importa para decidir si son personas preparadas para cuidar de alguien . A tener en cuenta que estas valoraciones han de renovarse cada tres años para mantenerse dentro del proceso.
Sin embargo, cada vez queda más patente la necesidad de un seguimiento continuo de la evolución de las nuevas familias que se forman, si bien en Canarias se han estado desarrollando algunos programas de forma experimental. Pienso que muchas devoluciones ( sí, hay niños/as adoptados que son devueltos a la administración) se evitarían si los padres adquirieran a tiempo los recursos necesarios para manejar situaciones y conflictos.
También sabemos que en las familias de acogida se dan casos de negligencia que tardan más de cinco años en detectarse. Con las secuelas emocionales, conductuales y de salud que esto deja sobre un menor , el cual se convertirá a su vez en menos adoptable de cara a otra posible familia.
Algo se está haciendo mal, y dudo si alguien se ha parado a valorar las consecuencias, que a nadie se le escapan, y si ha demostrado voluntad real de cambiar las cosas.
Mientras tanto nos queda la perseverancia de personas con tanto amor para compartir y con unan convicción tan firme de lo que quieren en la vida, que pueden seguir luchando por subir hasta la cima de la montaña.
Que tengan un buen ( largo) fin de semana 🙂
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Gracias por el artículo